HISTORIA EN BREVE
Aunque las investigaciones han detectado que hay un vínculo entre la deficiencia de vitamina D, el asma y las alergias ambientales, los datos también vinculan esta deficiencia con un incremento en las tasas de alergias alimenticiasLa exposición gradual a los alérgenos hallados en las proteínas de los alimentos, como los huevos y cacahuates, puede reducir el riesgo de que su hijo desarrolle una alergia alimenticia peligrosaNo es lo mismos tener alergias alimenticias a tener intolerancias alimentarias, ya que las alergias están mediadas por el sistema inmunológico y pueden dar lugar a respuestas sistémicas, como urticaria y anafilaxia, que pueden provocar la muerteOtra manera de reducir su riesgo de padecer otras afecciones peligrosas, tales como la diabetes tipo 2, abortos espontáneos y enfermedades cardíacas, es mantener un nivel sérico de vitamina D entre los 60 ng/ml y 80 ng/mlRecomiendo realizar pruebas de su nivel sérico dos veces al año para determinar la cantidad de suplementos que necesita, así como la exposición al sol, para alcanzar un nivel saludable. Cuando consuma algún suplemento, no olvide optimizar su consumo de magnesio, calcio y vitamina K2
Las alergias alimenticias, que son afecciones médicas bastante graves y potencialmente mortales, continúan afectando a un grupo cada vez mayor de personas que viven en los Estados Unidos.
De acuerdo con Food Allergy Research and Education (FARE, por sus siglas en inglés), 1 de cada 13 niños sufre de al menos una alergia alimenticia y cada tres minutos alguien llega a la sala de emergencias debido a una reacción alérgica a algún alimento.
Se estima que las alergias alimenticias también afectan a casi el 4 % de los adultos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.
Aunque dichas afecciones suelen ser más frecuentes en bebés y niños, las alergias alimenticias pueden desarrollarse a cualquier edad. Los adultos pueden incluso desarrollar alergias a alimentos que habían comido durante años sin ningún problema.
Se ha informado que más de 170 alimentos causan reacciones alérgicas, pero los ocho principales alérgenos alimenticios incluyen la leche, huevos, cacahuates y frutos secos, trigo, soya y pescado.
Sin embargo, tal como se evidenció en el caso del adolescente británico que falleció hace poco después de comer ajonjolí, esta semilla también se ha vuelto una preocupación emergente. El número de hospitalizaciones por alergias alimenticias se ha triplicado desde finales de los años noventa hasta mediados de los años 2000.
Casi el 40 % de los niños con alergias alimenticias han experimentado una reacción grave, como la anafilaxis. Los síntomas típicos de alergias alimenticias pueden comenzar con urticaria, sarpullido, náuseas, vómito o diarrea. Esto puede ser seguido por tos y sibilancias.
En los casos graves, puede provocarse una anafilaxis, que es la inflamación extrema de la garganta y es posible que debido a ello no pueda respirar.
La creciente prevalencia de alergias alimenticias se ha vuelto muy evidente en la zona Este de los Estados Unidos, donde también hay un número creciente de personas que sufren deficiencia de vitamina D. Casi el 7 % de los niños en el Reino Unido, así como el 9 % de los de Australia, sufren de alergias alimenticias.
¿Se trata de una alergia o de una intolerancia alimentaria?
Es común que las sensibilidades y reacciones alimenticias se confundan con alergias. Una verdadera alergia alimenticia está mediada por el sistema inmunológico y es detonada por una reacción por parte de los anticuerpos hacia una proteína en un alimento o bebida en específico.
Mientras que la mayoría se desarrollan durante la infancia, las alergias más comunes que se desarrollan en adultos son las alergias a los mariscos, nueces y cacahuates.
La sensibilidad a los alimentos, también conocida como intolerancia alimentaria, es una reacción desagradable, que suele ser de tipo gastrointestinal, a algo que haya engullido, pero no está mediada por su sistema inmunológico.
Por ejemplo, una verdadera alergia a leche no es igual que la intolerancia a la lactosa, la cual detona síntomas gastrointestinales por la incapacidad de digerir proteínas en la leche.
Las alergias alimentarias tipo 1 se relacionan con la inmunoglobulina-E (IgE), un anticuerpo en la sangre y mastocitos que se encuentran en todos los tejidos del cuerpo.
Las alergias alimenticias mediadas por la IgE se activan después de haber consumido un alimento por primera vez y, a partir de ello, las células producen IgE para aquella sustancia en el alimento que detona la reacción alérgica, conocida como alérgeno.
La IgE se libera y se adhiere a la superficie de los mastocitos. Este proceso es el precedente para la próxima vez que consuma un alimento con dicho alérgeno en específico.
La proteína interactúa con la IgE y provoca que los mastocitos liberen histamina. Dado que algunos alérgenos alimenticios no se descomponen por medio del calor o ácido estomacal, se traspasan de inmediato hacia el torrente sanguíneo y pueden provocar reacciones en todo el cuerpo.
Las reacciones a la IgE pueden comenzar con una sensación de comezón en la boca, seguida por síntomas de vómito, diarrea y dolor de estómago. Si el alérgeno llega a su sangre, puede provocar que se disminuya su presión arterial.
También es posible que experimente urticaria o eczema, así como sibilancias en los pulmones. Cada una de estas reacciones pueden tardar unos minutos o un par de horas en desarrollarse e indicar una alergia alimenticia que en realidad fue inmediata.
Otro tipo de alergia alimenticia, el tipo 3, también llamado alergia retardada, está mediado por la inmunoglobulina-G (IgG). Estas reacciones ocurren hasta varias horas, o incluso días, después de haber sido expuesto al alérgeno.
A menudo, las personas que sufren alergias alimenticias tipo 3 son alérgicas a más de dos tipos de alimentos, y se necesitan mayores cantidades de estos alimentos en distintas comidas para provocar dicha reacción.
Puede experimentar algunos de los mismos tipos de síntomas, por lo que es difícil distinguir entre una reacción por parte de la IgE y una de la IgG. Los alimentos que detonan una reacción de IgG suelen ser aquellos alimentos favoritos que se consumen en grandes cantidades. Las reacciones de la IgG no suelen aparecer en una prueba cutánea.
La creciente prevalencia en las alergias corresponde con el aumento de la deficiencia de vitamina D
Las alergias alimenticias que se han vinculado con la IgE afectan al 3 % de la población, con efectos graves en la vida cotidiana. Las alergias no solo se manifiestan a nivel gastrointestinal, sino que también afectan a otros sistemas de órganos y pueden provocar una respuesta anafiláctica.
Si bien la vitamina D tiene efectos favorables en el desarrollo de los pulmones y el sistema inmune, además de que apoya al sistema inmune después del nacimiento, incluyendo el asma y reacciones alérgicas, también es importante en la regulación de la IgE.
Es posible que el aumento en las alergias y sensibilidades alimenticias esté relacionado con factores ambientales y el estilo de vida occidental. Las naciones en desarrollo tienen tasas más bajas de reacciones alérgicas, y es probable que las personas que padecen de alergias vivan en áreas urbanas en lugar de rurales.
Si bien no existe una explicación en particular para el aumento de esta prevalencia, un factor importante es la abrumadora deficiencia de vitamina D que sufren aquellas personas que viven en áreas urbanas.
Es posible que el vínculo entre la deficiencia de vitamina D, que casi se ha duplicado durante poco más de una década en los Estados Unidos, y la terrible regulación de las reacciones de IgE, sea un factor relevante.
Ambos desempeñan una función en el desarrollo, gravedad y curso de las enfermedades alérgicas, y ayudan a explicar, al menos en parte, por qué tantos adultos están desarrollando alergias alimenticias.
Se sabe que Australia tiene la tasa más alta de alergias alimenticias, ya que en un estudio se encontró que el 9 % de los niños de tienen 1 año de edad padecen de alergias al huevo. Australia inició una de sus campañas de salud más exitosas para aumentar el uso de protector solar en 1981 con el eslogan “Slip! Slop! Slap!”.
En ese momento, la campaña tenía como objetivo reducir las tasas de melanoma, la cual era considerada por el gobierno como un resultado de pasar demasiado tiempo bajo el sol.
Hoy en día, casi el 25 % de la población de Australia es deficiente en vitamina D. A pesar de estos números, “Choosing Wisely Australia”, una iniciativa del NPS MedicineWise, no recomienda que se hagan análisis de rutina para la vitamina D a menos que se encuentren en un riesgo evidente, incluyendo aquellas personas que:
Tienen una afección que afecte la absorción de vitamina D por medio de su alimentación.
Cubren su cuerpo por completo cuando salen al aire libre.
Son bebés de una madre deficiente en vitamina D
Pasan la mayor parte del día en espacios cerrados.
Toman medicamentos que interfieren con la vitamina D
Evitan el sol por completo.
Tienen la piel naturalmente oscura
Sufren de obesidad
Tomando en cuenta la prevalencia de la deficiencia de vitamina D, le recomiendo encarecidamente que realice un análisis para revisar su nivel de vitamina D, sin importar si encaja en una categoría de alto riesgo o no, así como para asegurarse de que en verdad esté dentro del rango ideal de 60 a 80 ng/ml, y en caso de estar por debajo de los 60 ng/mL, tome medidas proactivas para optimizar sus niveles de dicha vitamina.
La realidad es que, hoy en día, la mayoría de las personas se encuentran en un alto riesgo debido a su deficiencia de vitamina D.
La exposición temprana a los alérgenos puede reducir el riesgo de padecer una alergia
Además de la deficiencia de vitamina D, la teoría de la exposición dual a los alérgenos también puede explicar el aumento de las alergias alimenticias en pacientes pediátricos. Esta fue la base para el estudio LEAP del King's College London, en el que evaluaron cómo es que la exposición temprana al maní (cacahuates) puede evitar que se desarrolle una alergia a dicho alimento.
La prevalencia a las alergias de este tipo en niños se ha duplicado en los últimos 10 años en países donde se recomienda a los padres que eviten la exposición al maní durante el embarazo, lactancia e infancia temprana.
Los investigadores escogieron al azar a 640 bebés, de entre 4 a 11 meses de edad, con antecedentes de eccema grave, alergias al huevo, o ambos, para que consumieran o evitaran el maní hasta que cumplieran los 60 meses de edad. Los niños fueron asignados a grupos con base en la sensibilidad preexistente al extracto de maní, determinado por una prueba cutánea.
De los 98 participantes que demostraron tener una alergia inicial al maní, el 35 % de los que evitaron este alimento desarrolló una alergia al maní al llegar a los 60 meses, en comparación con el 10 % de los que consumieron maní. El Dr. Gideon Lack, investigador principal del estudio, comentó que:
“Durante décadas, los alergólogos han recomendado que los bebés pequeños eviten consumir alimentos alergénicos, como el maní, para prevenir las alergias alimenticias. Nuestros hallazgos sugieren que esta recomendación es incorrecta y que puede haber contribuido al aumento en las alergias al maní y a otros alimentos".
Estos resultados se han validado en estudios posteriores, ya que la introducción tardía de peces y huevos a la alimentación se asocia con un mayor riesgo de desarrollar alergias.
Un análisis de metadatos del Imperial College London, el cual evaluó 146 estudios con más de 200 000 niños, también concluyó que introducir huevos en la alimentación entre las edades de 4 y 6 meses puede reducir el riesgo de que el niño desarrolle alergia al huevo.
Otros beneficios de optimizar la vitamina D
La deficiencia de vitamina D se ha vuelto un problema tan extendido que un investigador de la Escuela de Medicina de Harvard la denomina como una pandemia. Entre la breve lista de beneficios obtenidos por optimizar la vitamina D se encuentran mejorar su sistema inmune, fortalecer los músculos, huesos y dientes y mejorar su salud cardiovascular.
En las últimas décadas, miles de estudios han evaluado los beneficios de la vitamina D y han relacionado la disminución de sus niveles con una serie de afecciones crónicas. De hecho, hace más de 15 años, este sitio fue uno de los pioneros que ayudó a catalizar el interés por la vitamina D.
Por desgracia, algunos estudios afirman que la suplementación de dicha vitamina en cantidades superiores a las 4000 UI (unidades internacionales) al día puede provocar distintos problemas de salud.
La investigación realizada por GrassrootsHealth niega tales preocupaciones, mostrando que la toxicidad no es un problema sino hasta que alcance los 30 000 UI por día.
Por otro lado, las recomendaciones sobre el nivel de vitamina D y dosis establecidas por la National Academy of Medicine es en realidad el resultado de un error matemático que nunca se ha corregido.
Puede leer más sobre esto en mi artículo anterior, "¿Realmente está obteniendo demasiada vitamina D? Un análisis fundamental a las recientes advertencias de los medios de comunicación".
Hay una larga lista de estudios que confirman la correlación entre el estado de la vitamina D y el riesgo de padecer cáncer. Además, al mantener los niveles suficientes de vitamina D también ayuda a disminuir la mortalidad por todas las causas, así como el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Durante el embarazo, los niveles óptimos de vitamina D ayudan a reducir el porcentaje de partos prematuros, así como los riesgos de padecer TDAH, asma, autismo y problemas de visión asociados con el parto prematuro. Asimismo, tener niveles bajos de vitamina D se asocia con la depresión, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y pulmonares.
Cómo mantener niveles saludables para prevenir enfermedades
Mi recomendación es que se realice un análisis sobre su nivel de vitamina D dos veces al año, cuando sea probable que sus niveles se encuentren en su punto más bajo (pleno invierno) y más alto (pleno verano). Esto es de gran importancia si está embarazada o planea embarazarse, al igual que si tiene cáncer.
Las investigaciones sugieren que tal vez se necesiten 9600 UI de vitamina D al día para que la mayoría de la población (el 97.5 %) alcance los 40 ng/mL, pero los requisitos individuales pueden variar en gran medida. Si ha estado tomando cierta cantidad de vitamina D3 durante varios meses y los análisis revelan que todavía no se encuentra dentro del rango recomendado, entonces necesita aumentar su dosis.
Con el paso del tiempo, y con varios análisis, encontrará su punto de equilibrio con base en su exposición segura al sol y tendrá una buena orientación sobre la cantidad de suplementos que necesita para mantener un nivel de 60 a 80 ng/ml durante todo el año, el cual, de acuerdo con las investigaciones, es el rango ideal para una salud óptima y prevención de enfermedades.
GrassrootsHealth ofrece la opción de realizarse pruebas de vitamina D a través de su análisis conocido como D * Action Study y tiene una calculadora en línea de vitamina D (ambos disponibles solo en inglés) que puede utilizar para estimar su dosis de vitamina D3 una vez que conozca su nivel sérico actual.
El poder sinérgico entre la vitamina D3, el magnesio, el calcio y la vitamina K2
Pamela Lutsey, investigadora en el área de salud pública de la Universidad de Minnesota, señala que el exceso de vitamina D puede causar una absorción excesiva de calcio, lo que a su vez puede ocasionar una acumulación de calcio en su corazón y riñones. De hecho, es importante mantener no solo el equilibrio adecuado de vitamina D y calcio, sino también de magnesio y vitamina K2.
La falta de equilibrio entre estos cuatro nutrientes es la razón por la cual los suplementos de calcio se han vinculado con un mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco y derrame cerebral, y el por qué algunos experimentan síntomas de "toxicidad debido a la vitamina D". Yo uso comillas aquí, porque el problema no es tanto el exceso de vitamina D, sino la falta de vitamina K2.
Parte de la explicación de estos efectos secundarios adversos es que la vitamina K2 es lo que mantiene al calcio en donde corresponde. Si sufre de una deficiencia de K2, el calcio que añada a su consumo puede causar más problemas de los que resuelve, ya que se acumula en los espacios equivocados.
De manera similar, tomar una dosis exagerada de suplementos de vitamina D sin cantidades suficientes de K2 puede llevar a una calcificación inadecuada, que es lo que sugiere Lutsey.
Aunque aún no se han establecido las proporciones óptimas entre la vitamina D y K2, la Dra. Kate Rheaume-Bleue (a quien he entrevistado sobre este tema) sugiere que por cada 1 000 UIs de vitamina D que tome, debe tomar unos 100 microgramos (mcg) de K2, y puede que quizás hasta 150 o 200 mcg.
También es importante mantener una proporción adecuada entre el calcio y el magnesio, ya que el magnesio le ayuda a mantener el calcio dentro sus células para que puedan funcionar mejor.
Desde una perspectiva histórica, la humanidad ha llevado una alimentación con una proporción de calcio-magnesio de 1 a 1, pero la población de los Estados Unidos suele tener una mayor proporción de calcio-magnesio en su alimentación, con un promedio de alrededor de 3.5 a 1.
El magnesio y la vitamina K2 también se complementan la una con la otra, ya que el magnesio ayuda a reducir la presión arterial, que es un componente importante de las enfermedades cardíacas. Por lo tanto, siempre que se encuentre consumiendo magnesio, calcio o vitamina D3, recuerde que también debe tener en cuenta las vitaminas complementarias, ya que todas trabajan de forma sinérgica entre sí.
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